La Enfermedad de Ménière

Descrita en París en 1861 por Próspero Ménière, es uno de los padecimientos vestibulares más frecuentes y debilitantes.

Es un trastorno del oído interno que produce crisis espontáneas e intensas de vértigo, baja auditiva fluctuante, y zumbido y sensación de oídos tapados; frecuentemente acompañadas de náusea, vómitos y mareo residual. Actualmente, es incurable pero controlable.

Introducción

La Enfermedad de Ménière es un trastorno vestibular del laberinto (oído interno), crónica e incurable. Produce una serie de síntomas recurrentes como resultado de un volumen anormalmente elevado de uno de los fluidos del oído internos, llamado endolinfa. En ocasiones llamada "hidrops o hidropesía endolinfática", la Enfermedad de Ménière puede presentarse a cualquier edad, pero es más común al inicio de la adultez y entre los 30 a 50 años. Aunque se trata de una enfermedad crónica, los tratamientos actuales están dirigidos al control de los episodios de vértigo y evitar una pérdida auditiva rápidamente progresiva. Actualmente, el escenario terapéutico para los pacientes con esta condición es mucho más promisorio que incluso hace una década.

Causas y frecuencia

La causa exacta de la Enfermedad de Ménière es desconocida. Existen numerosas teorías que se han propuesto como alteraciones circulatorias, inmunológicas, virales, genéticas o ambientales. No obstante, al momento no es posible explicar su origen y por lo tanto se considera como un trastorno idiopático o de origen incierto. Aunque cerca del 10% de los casos ocurre en familias, aún no puede considerarse como un padecimiento hereditario.


Afecta al 0.3 y 1.9 de cada 1000 personas. El rango de edad de inicio es por lo general entre los 35 a 55 años, pero puede presentarse desde la adolescencia hasta la vejez. Es más frecuente en las mujeres que en los hombres.


Desde un punto de vista patológico, existe el consenso científico de que la Enfermedad de Ménière se debe a la acumulación excesiva del líquido que está en contacto con los sensores de la audición y del equilibrio (endolinfa) dentro del oído interno, provocando un incremento en la presión interna que deforma las delicadas estructuras del laberinto membranoso. A este fenómeno se le conoce como hidropesía endolinfática, término que con frecuencia es usado como sinónimo de Enfermedad de Ménière. En un momento dado, la presión en aumento rompe las membranas que separan a la endolinfa (rica en potasio) de la perilinfa (abundante en sodio) y sobreviene la crisis de síntomas de la que hablaremos con detalle más adelante. Por tanto, la fisiopatología de este padecimiento comprende causas mecánicas y bioquímicas que interfieren en la función de las células sensoriales de la audición y del equilibrio, llevando a una perturbación temporal en la función del oído interno y, en ocasiones, a la lesión permanente de los sensores.


Investigaciones recientes sugieren que la hidropesía endolinfática no es el único mecanismo contribuyente en la Enfermedad de Ménière. Se ha atribuido que una alteración inmunológica del saco endolinfático, que forma parte del laberinto membranoso, puede participar en el desarrollo del Ménière. Por otro lado, la Migraña y sus variantes como la Migraña Vestibular puede coexistir en los pacientes con Ménière e, incluso, una Migraña Vestibular puede producir síntomas en extremo similares a los de un Ménière en etapa inicial y una crisis de Enfermedad de Ménière puede detonar cefalea migrañosa en algunos pacientes.


Síntomas

Los síntomas más conocidos y característicos de la Enfermedad de Ménière son:

  • Episodios o crisis espontáneas y recurrentes de vértigo usualmente giratorio, de moderado a intenso. Puede acompañarse de náusea y vómitos.

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